El Arsenal
En Morena se perfila un choque de corcholatas, una lucha entre fracciones; exclusiones e intolerancia a lo largo del proceso hacia la elección del candidato presidencial.
Allí se aprobara en método para “elegir” candidato (a): Encuestas. Pura simulación. En voz baja los morenistas confiesan que sólo un voto cuenta: el del gran elector.
“Y que si llegan ahí, ‘traigo línea, yo soy el bueno’, sí, tú eres el bueno, tú vas a pasar a la historia, pero al basurero de la historia.
‘Es que, mira, aquí tengo yo foto con Andrés Manuel, mi compañero, mi amigo, jugamos canicas juntos’. Pues sí, puede ser, pero eso no cuenta. Y no hay dedazo…”
Eso de que no habrá dedazo está por verse. Por lo pronto hasta el muy disciplinado Marcelo Ebrard, vía un grupo afín que coordina la senadora Malú Micher, pide “piso parejo”, algo que le pareció “ofensivo” a López Obrador.
Malú Micher, portavoz del movimiento que apoya a Ebrard, ha solicitado al presidente de Morena, Mario Delgado, una reunión con todos los aspirantes a la candidatura presidencial del partido, para acordar mecanismos ordenados, equitativos y justos”.
Y es que los marcelistas hicieron público un posicionamiento, el pasado 24 de julio, en el que manifiestan “gran preocupación” por las acciones de promoción personal que favorecen, sin decirlo, a Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López Hernández
Estas acciones, aseguran, implican el uso de recursos materiales y humanos, que no solo atentan contra la equidad, sino que llegan a potenciales irregularidades.
A eso hay que agregar el favoritismo del gran elector hacia la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum; y Adán Augusto, el supuesto “plan B.”
Este último, secretario de Gobernación, no oculta su valemadrismo frente a las leyes. Dijo que no le importan las sanciones que le pueda imponer el INE por hacer proselitismo “porque ya lo van a desaparecer los diputados con la reforma electoral.”
Agregue la simulación, disfrazada de democracia, que hasta los morenistas ven, pero que el presidente del partido, Mario Delgado, niega con vehemencia. “Sabemos que cuando hay piso parejo, no hay que andar echando tanto brinco”, dijo en dirección de Monreal.
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Navegando por internet me topé en twitter con un video de Miguel Angel Alba Díaz, obispo de Baja California Sur, en el que se pregunta:
¿Qué esperábamos en el 2018 cuando masivamente salimos a votar por un proyecto de transformación y que nos han dado?
“Esperábamos –dijo—que hubiera más igualdad, que disminuyera la pobreza, que que hubiera oportunidad de estudio y de trabajo digno para las nuevas generaciones, que hubiera seguridad en nuestras calles, ciudades, plazas y campos.
Se la dejo como reflexión antes de irme de vacaciones. Regreso a la chamba el 15 de agosto.