LA RETAGUARDIA
ADRIANA MORENO CORDERO
- Morena cumple con trámite para Luisa María Alcalde y Andy López
Con “testigo de honor” y toda la cosa, en su Congreso Nacional Extraordinario, Morena pasó con la mayor facilidad el trámite de renovar a su dirigencia nacional. ¿Y por qué trámite?, porque estaba más que cantado por el presidente Andrés Manuel López Obrador que su flamante exsecretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde Luján es ya la nueva líder nacional del partido guinda.
Y es que la extitular de la Segob se esmeró, y mucho, en ganarse primero, el destape con el que la distinguió el inquilino de Palacio Nacional y luego, en relevar al quasi secretario de Educación Pública, Mario Martín Delgado sin tener enfrente contendiente alguno porque el tabasqueño ya había ejercido aquella máxima de su autoría de “lo que diga mi dedito”.
Cuestión de recordar que a partir del pasado 3 de junio, en su gustadísimo “stand-up” mañanero, Alcalde Luján hizo sus propios números por consigna de su jefe y adelantó la sobrerrepresentación que tendría Morena y sus rémoras en el Congreso de la Unión y eso, desde luego, es digno de premiarse, así como la presión que ejerció, -en mancuerna con el tabasqueño- para que tanto el INE como el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, (TRIFE), fallaran a favor del oficialismo, demostrando con ello que ambas entidades están más que al servicio de esta errada y llamada cuarta transformación.
Luego está su no menos notable actuación cuando enfundada en un traje blanco, la exsecretaria Alcalde entregó en el salón de plenos el VI y último informe de López Obrador haciendo de ese evento un mitin político a favor de quien ahora, la coloca en la dirigencia morenista, violando la ley y eso, también es digno de premiarse.
Ya desde las porras en el cónclave guinda en el que el presidente del Consejo morenista y gobernador ausente, por cierto, de Sonora, Alfonso Durazo, pidió a la militancia votar, se dejaron sentir los gritos de: “¡presidenta, presidenta!” a favor de la extitular de la Segob y como ya estaba más que cantado, pues Luisa María Alcalde no se emocionó tanto como cuando estuvo en el Salón de Plenos del Palacio Legislativo de San Lázaro, al entregar el último informe de Gobierno de López Obrador, donde pronunció un emotivo y lacrimógeno discurso político.
Como testigo de calidad estuvo ni más ni menos que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, quien aprovechó la ocasión para pedir licencia. Específicamente señaló:
«Inicia una nueva etapa para Morena, me corresponde, como debe ser, pedir licencia el día de hoy como militante de Morena. Seré presidenta constitucional y debo gobernar para todas y todos los mexicanos” y agregó además que cuidará el legado de su jefe, en lo que significa una muestra más de que Sheinbaum Pardo está supeditada pero también dispuesta a que el tabasqueño –como mucho se ha consignado en este espacio-, siga siendo “el susurro detrás del trono”.
Del decálogo que presentó la sucesora de López Obrador que dice que seguirá “a pie juntillas” en lo que será el segundo piso de esta errada y llamada cuarta transformación, hay por lo menos cuatro puntos que ni de lejos a cumplido el presidente, así que, ¿por qué ella tendría que cumplirlos?; tampoco lo ha hecho por ejemplo, cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Señaló que no permitirá la división interna en Morena. ¿Ya se le olvidó los muchos conflictos que ha causado el nombramiento de su gabinete en el que la mayoría ha sido imposición de López Obrador e incluso, las diferencia que ella tiene por ejemplo, con Martí Batres? Otro ejemplo es la especie que corre en los corrillos políticos: que el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O. podría renunciar.
“Que nunca se permita el amiguismo, influyentismo ni nepotismo”, dijo muy convencida la presidenta electa sin reparar en que durante toda la gestión lópezobradorista, de esas tres cosas hizo gala el presidente y desafortunadamente, no tendría por qué cambiar la situación.
Se comprometió Sheinbaum a que Morena no sería un partido de Estado; que alguien le avise que ya lo es.
Y la más importante de este decálogo: “No puede haber colusión con la delincuencia, ni organizada ni con la de cuello blanco”. ¿Acaso la futura presidenta no ha analizado bien a bien lo que está ocurriendo en Sinaloa?, se supone que ayer mismo se reunió con el inepto gobernador Rubén Rocha Moya, que utiliza 17 camionetas de escolta en el estado en el que todavía se atreve a decir que “todo está en calma” y en el que López Obrador que es puro amarillismo la información de la violencia que no ha parado por aquellas tierras y además, los presuntos vínculos que se dice tiene el tabasqueño con el cartel de Sinaloa.
Su equipo de trabajo debería informarle a la futura mandataria de México que los estados donde también está muy latente la violencia del narco son: Michoacán, Chiapas y Colima, todos, gobernados por flamantes y destacados morenistas como son: Alfredo Ramírez Bedolla, Rutilio Escandón e Indira Vizcaíno, respectivamente, así que en sus intentos de minimizar el baño de sangre en el que está el país, López Obrador no puede aseverar que en Guanajuato, que gobierna el panista Diego Sinhué Rodríguez, hay más muertos, -asesinado debería decir-, que en Sinaloa.
En dicho Consejo Nacional de Morena, por arrolladora unanimidad y “dedazo”, los morenistas eligieron por unanimidad a Andrés López Beltrán como Secretario de Organización y es bien sabido lo que también se dice de Andy Jr., que todavía no toma posesión como presidenta constitucional Claudia Sheinbaum, y en el oficialismo ya se preparan para el 2030 con quien podría ser ya desde ahorita la “corcholata” nepotista, ¿o no?
López Beltrán si se echó un discurso casi lacrimógeno cuando dijo aquello de que:
«Me da una enorme tristeza hacerlo al tiempo que se retira nuestro máximo dirigente. Todos sabemos que él seguirá presente en este partido con su ejemplo, legado. Nuestro trabajo al frente de esa secretaría será mantener su legado». Pues debieron nombrar al junior al frente de una nueva secretaría: la del Nepotismo.
MUNICIONES
*** El gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, sudó frío durante la última visita del presidente López Obrador por aquellas tierras porque no pudo evitar que las protestas de trabajadores del Poder Judicial se le plantaran al tabasqueño, que hasta una botella de agua recibió y pudo escuchar la consigna de los trabajadores que lo llamaron: “¡dictador!”. Y luego, así como para “curarse en salud” y con una falsa modestia, el tabasqueño, que está a punto de irse, dijo públicamente que no quiere ser caudillo ni jefe máximo. Pues cómo, si va a seguir gobernando.