Opinión

Los factores socioeconómicos y psicosociales son los retos más importantes para los migrantes retornados desde México hacia Colombia

 

La presente investigación parte de la hipótesis de que la pobreza, la situación económica del país de origen, las deudas adquiridas durante el trayecto migratorio, las dificultades para restablecer vínculos familiares y la autopercepción de “fracaso” son los principales retos que enfrentan los colombianos retornados desde México a través del Programa de Retorno Voluntario Asistido (RVA). Estos factores, lejos de operar de manera aislada, se articulan entre sí y adquieren una dimensión explicativa más compleja cuando se analizan desde el paradigma psicosocial, el cual propone comprender la migración de retorno como un fenómeno multidimensional en el que confluyen determinantes estructurales, relacionales y subjetivos que pueden facilitar o dificultar la reintegración en las comunidades de origen.

En primer lugar, las condiciones de pobreza, los problemas financieros y la falta de oportunidades laborales constituyen factores estructurales determinantes en los procesos de reintegración. El retorno a un país como Colombia implica reinsertarse en un mercado laboral caracterizado por altos niveles de informalidad, bajos salarios y limitada capacidad de absorción de mano de obra calificada o semicualificada. Aunque muchos migrantes adquirieron competencias laborales durante su estancia en el extranjero, dichas habilidades no siempre encuentran un espacio de aprovechamiento en la economía local, lo que produce un desajuste entre las expectativas de mejora y la realidad económica del retorno. Esta brecha suele generar frustración, precariedad persistente y, en algunos casos, impulsa nuevos ciclos migratorios ante la imposibilidad de consolidar medios de vida sostenibles. Además, las deudas contraídas durante el proceso migratorio —para financiar el viaje, el alojamiento o la manutención en México— se convierten en un obstáculo adicional que profundiza la vulnerabilidad económica del retornado, generando presiones materiales que afectan tanto su estabilidad como su bienestar psicosocial.

En segundo lugar, desde una perspectiva psicosocial, el retorno involucra dimensiones biopsicológicas que influyen directamente en la experiencia del migrante. El enfoque biopsicosocial permite comprender al individuo desde la interacción entre factores biológicos, psicológicos y sociales, lo cual resulta esencial para analizar las tensiones del retorno. En el plano biofísico, muchos retornados enfrentan problemas de salud derivados de su experiencia migratoria, como fatiga crónica, enfermedades infecciosas o no transmisibles, discapacidades derivadas del deterioro físico o incluso adicciones. Estas condiciones limitan la capacidad del individuo para incorporarse nuevamente a la esfera productiva y generan dependencia de redes familiares o comunitarias que no siempre cuentan con los recursos suficientes para ofrecer apoyo adecuado. A nivel psicológico, las emociones asociadas al retorno —vergüenza, culpa, ansiedad, frustración y duelos migratorios no resueltos— afectan la percepción individual de autonomía y agencia. La autopercepción del retorno como un “fracaso” del proyecto migratorio constituye uno de los elementos más significativos, pues influye en la autoestima, en la disposición a buscar oportunidades laborales y en la capacidad de reconstruir vínculos sociales. En muchos casos, este sentimiento se ve reforzado por narrativas familiares o comunitarias que interpretan el retorno como una señal de que la persona “no logró salir adelante”, generando estigmas que obstaculizan los procesos de reintegración.

Por otra parte, las dificultades para restablecer la cohesión familiar suelen convertirse en un desafío central. Durante la estancia en el extranjero, los vínculos familiares experimentan transformaciones que no siempre se resuelven con el retorno físico. La distancia, la ausencia prolongada, las nuevas dinámicas de autoridad y las expectativas no cumplidas generan tensiones que afectan la estabilidad emocional del retornado. Desde el enfoque psicosocial, estas dinámicas relacionales son fundamentales para comprender la reintegración, ya que la familia constituye la primera red de apoyo. Cuando esta red se encuentra fracturada, la reintegración se encuentra comprometida y el individuo enfrenta el doble desafío de reconstruir relaciones y adaptarse a un entorno socioeconómico adverso.

Finalmente, la interacción entre factores estructurales, económicos, emocionales y relacionales revela que la migración de retorno no puede reducirse a un simple regreso geográfico. Por el contrario, se trata de un proceso complejo atravesado por desigualdades, expectativas, tensiones identitarias y condiciones socioeconómicas desfavorables que inciden en la capacidad de los retornados para reinsertarse de manera sostenible en sus comunidades. Desde el paradigma psicosocial, comprender estas interrelaciones permite cuestionar la noción simplificada de reintegración como un proceso lineal y homogéneo, para asumirla como una experiencia diversa, condicionada por múltiples variables que pueden facilitar, obstaculizar o incluso impedir la consolidación de un proyecto de vida en el país de origen. Este enfoque, por tanto, resulta indispensable para describir la dura realidad que enfrentan las personas migrantes, los cuales regresan en la mayoría de los casos, a las mismas condiciones por las que en su momento salieron.

Lic. Marcos Humberto Silva Cervantes.

Hombres del Poder

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