Ubaldo Díaz

Los Panistas están comprometidos a defender al Poder Judicial

Los Bazucazos de Ubaldo Díaz

 

En el PAN su dirigencia que encabeza Marko Cortés tendrán que definir su ruta para la reforma al Poder Judicial del Presidente López Obrador, porque de ahí dependerá si se fortalece como partido opositor o partido dividido y sin futuro.

En el PRI, su líder, Alejandro Moreno “Alito” definió la línea a seguir en esa reforma y será totalmente en contra.

Saben los priistas que esa reforma es parte de la estrategia que quieren los morenos de López Obrador para apoderarse de los Poderes. 

Quieren llevar, como parte medular que los jueces, magistrados y ministros sean designados por el voto popular y no por sus capacidades.

Desde luego que la ministra presidenta, Norma Piña encabeza la negativa contra esta reforma que, está consciente, ese mecanismo conlleva en designaciones de riesgo.

Alito en su reunión con el Poder Judicial ofreció defender con sus votos en el Congreso  para evitar se cristalice esa ocurrencia del Presidente. 

  Falta el PAN de Marko Cortés y Movimiento Ciudadano de Dante Delgado, para donde mandan sus votos, pues si bien en San Lázaro, Morena contará con los dos tercios de la votación que se requiere en el Congreso, en la nueva Legislatura, no será así en el Senado donde pueden los opositores (PRI, PAN y MC) frenarla.

  A Morena y sus aliados, hasta hoy, le hacen falta tres senadores para completar los dos tercios d ellos 128 que integran la Cámara Alta. López Obrador soltó los atractivos de su movimiento para ver si s enganchan esos faltantes, principalmente del partido naranja.

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EN EL tricolor se inició el proceso para elegir al nuevo Comité Ejecutivo, al Presidente y a la Secretaría General (PRI), para el periodo estatutario 2024-2028, Lorena Piñón Rivera y Cuauhtémoc Betanzos, fueron la primera fórmula en inscribirse, seguidos por Alejandro Moreno y Carolina Viggiano.

Tras el registro de su fórmula, la diputada federal Lorena Piñón Rivera advirtió que en el PRI no hay espacio para “vacas sagradas o iluminados”, sostuvo que “el traje de terciopelo para nuestros cuadros distinguidos, ya no existe” y aseveró que “el priismo de infantería no se raja”.

Señaló que “es momento de reinventarnos y de conectar con nuestras bases”, toda vez que “este es el momento de la Revolución y de la renovación”. Para ello, dijo que es vital la unidad, ya que “solo unidos podemos lograr el cambio que México necesita”.

 Entregó la documentación requerida para su registro, Alejandro Moreno propuso hacer cumplir los resolutivos de la XXIV Asamblea Nacional del PRI y poner en marcha los foros respectivos, “para impulsar la reforma más profunda del partido”.

 Aseguró que “mientras haya causas por qué luchar, jamás nos vamos a rendir”. Queremos un PRI, dijo, con la capacidad de cambiar y reinventarse, por lo que “tenemos que cambiar, para volver a ser alternativa política”.  

Como antecedente hay que señalar que los priistas celebraron su asamblea nacional para definir los destinos de ese partido que recibió después de la paliza del 2018, totalmente destartalado el actual líder Alejandro Moreno.

Era un partido que lo daban por muerto, las apuestas era que terminaría su vida útil en el 2021, tres años después que perdiera la Presidencia Enrique Peña Nieto y las mayorías en el Congreso, con una bancada disminuida de Diputados y Senadores.

Como consecuencia de esa derrota, la mayoría de priistas, sobre todo los que se favorecieron o enriquecieron a costas del partido, prácticamente huyeron, se escondieron o se hicieron los disimulados. Les daba pena que los identificaran como priistas.

Los entonces gobernadores del PRI, de Sonora, Sinaloa, Campeche, Oaxaca, Estado de México, Quintana Roo (con el PAN), Hidalgo, prácticamente entregaron sus gobiernos a López Obrador a cambio de no ser auditados cuyos resultados pudieran llevar a encarcelarlos. 

El pacto fue un intercambio también para ocupar una embajada, un consulado o un cargo de elección popular. Esas derrotas se las achacaron al actual líder del partido “Alito”.

Muchos de los priistas que se sentían importantes en el partido, simplemente permanecieron desaparecidos, no sacaron la cara ante los múltiples embates, de Palacio Nacional de López Obrador que los acusaba, al PRI, PAN y PRD de corruptos junto con los conservadores.

Incluso a los propios gobernadores en turno que todavía administraban sus sexenios, nadie, absolutamente nadie salió a responderles. Todos callados. 

En 2021, para las elecciones intermedias, Alito tejió fino con el líder del PAN y del PRD, Marko Cortés y Jesús Zambrano para construir una alianza opositora. Lograron arrebatar a Morena la mayoría calificada en La Cámara de Diputados que preside hoy la priista, marcela Guerra y con ellos frenar las reformas Constitucionales, como la Energética, Guardia nacional, Electoral. 

El PRI, prácticamente resucitó, pasó de 40 diputados en 2018 a una bancada de 71, esa cifra d legisladores, se conservaron leales a la nueva dirigencia priista y lograron rechazar los atractivos que les ofrecía Morena para pasarse a sus bancadas. Solo uno accedió.

Desde luego que no gustó a los viejos priistas esas alianzas que fortalecieron a Alito y más porque como líder les negaría (y les negó) las candidaturas becadas, vaya las pluri que les permite llegar sin despeinarse al poder.

Eso los irritó y ahora, en la renovación de la dirigencia, como por arte de magia del Palacio Nacional, pareciera que apareció a un grupo para gritar a los cuatro vientos estar en contra de Alito. Esos mismos que, en primera no se les vio en todo el sexenio de AMLO y, dos, los mismos que no repartieron un solo volante en las campañas. 

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