Saturación vs. Infraestructura

 

 

Hace ya algunas entregas que se abordó el tema de infraestructura binacional y su importancia para hacer frente a los retos de la agenda bilateral México – Estados Unidos, en un contexto de crecimiento sostenido en los flujos de mercancías, capitales y personas. Este tema ha dejado de ser un proyecto a futuro para convertirse en una necesidad de primer orden, si consideramos que la infraestructura existente en la región ha resultado insuficiente para hacer frente a ese dinamismo, y los cruces y puentes internacionales comienzan a presentar problemas de saturación cada vez más frecuentemente.

 

¿Qué implica la saturación de cruces y puentes internacionales en la frontera México – Estados Unidos? Por un lado, las consecuencias más inminentes son las largas filas y los tiempos de espera que llegan a rondar hasta las 8 horas, dependiendo del tipo de cruces y la zona de la frontera de la que estemos hablando.

 

Pongamos dos de los ejemplos más representativos en las zonas más dinámicas de la frontera: el primero de ellos corresponde a la zona Tijuana – San Diego, en donde se anunciaron una serie de acciones para hacer frente a la saturación de los cruces fronterizos de la región, sobre todo si consideramos puente como El Chaparral, en donde tenemos cruces de cerca de 50 mil vehículos diarios y más de un millón al mes. En esta zona, los tiempos de espera cada vez son mayores, sobre todo debido a las dinámicas fronterizas laborales, escolares y familiares.

 

Para atender el problema de la espera de horas que enfrenta las poblaciones fronterizas, sobre todo de lado mexicano, se propusieron acciones como  la liberación de los 21 carriles en el cruce vehicular El Chaparral para aliviar el tráfico en horas pico, así como la incorporación de tecnología de revisión no intrusiva, el mejoramiento de la infraestructura y la revisión de los procedimientos administrativos y operativos.

 

El segundo caso corresponde a la zona más dinámica en términos comerciales: Laredo – Nuevo Laredo, en donde el dinamismo está concentrado en los cruces de carga y la saturación ha llevado a la espera de hasta 8 horas para poder cruzar la frontera. Esto implica un gran reto para la región, que debe buscar la competitividad, a fin de mantener la agilización de los flujos, las dinámicas transnacionales, así como el intercambio bilateral de mercancías, capitales y personas. 

 

Para esta región, se está trabajando en la actualización del Plan Maestro Fronterizo que incluya nuevos cruces y la reestructuración de la zona para hacer frente a los largos tiempos de espera. El mayor reto de esta medida es que, se esperan resultados no ahora, sino hasta los siguientes años en que se pueda llevar a cabo la instrumentación de los nuevos proyectos.

 

Como estos dos casos, tenemos muchos otros a lo largo de la frontera México – Estados Unidos, en donde el dinamismo ha superado, por mucho, la infraestructura existente. La situación se acompaña de una serie de problemáticas relacionadas con el desarrollo urbano y el ordenamiento territorial de la zona, que demandan la necesidad de cerrar vialidades, modernizar las ya existentes y construir todos aquellos accesos para desahogar, en la medida de los posible, el tráfico que se hace en la zona, producto del flujo de automóviles, camiones y peatones.

 

Si algo debemos tener claro es que la base del desarrollo binacional descansará en buena medida en la modernización y creación de nueva infraestructura binacional que permita agilizar los flujos, a la vez que contemple el espacio binacional, sobre todo si consideramos el comercio intrarregional que se da entre los diez estados fronterizos que constituyen, proporcionalmente hablando, la décima economía mundial.

 

¿Que implica la modernización y creación de nueva infraestructura binacional en la frontera México – Estados Unidos? Vale la pena recordar que la infraestructura es el conjunto de instalaciones, servicios y medios técnicos que soportan el desarrollo de las actividades. En el caso de la frontera, los cruces y puentes internacionales son la infraestructura binacional que mantiene a dos países conectados y permite el paso de personas, mercancías y vehículos.

 

La infraestructura binacional tiene, entre otros, un propósito fundamental: promover el desarrollo (en distintas dimensiones y sectores) de los países que comparten dichas obras. En lo que se refiere a la frontera México – Estados Unidos, la infraestructura se ha consolidado como un sector estratégico ya que ha sido la base del crecimiento económico regional, si consideramos que una buena parte del intercambio de mercancías y personas se realiza por la vía terrestre, consolidándola como el límite internacional más transitado a nivel internacional, así como el más dinámico en cuanto al cruce de personas.

 

Finalmente, es imprescindible hacer más eficiente y seguro el cruce de personas, mercancías y capitales en la zona de libre comercio más dinámica del mundo, garantizando con ello, una mayor competitividad regional, a la vez que se consolide el desarrollo urbano y un ordenamiento territorial binacional con seguridad vial.