Seguridad Binacional

Desde Las Fuentes

Arturo de las Fuentes

La seguridad es uno de los temas sensibles de la agenda bilateral México – Estados Unidos. Por sí mismo, representa un debate sobre si debe ser atendido desde la política interna de cada país, o a través de estrategias compartidas entre ambas naciones. En este sentido, resulta conveniente hacer algunas reflexiones sobre la cooperación en materia de seguridad y la relación de ésta con la dinámica de la frontera.

El tema cobra mayor relevancia si consideramos que, durante los últimos años, varios estados de la frontera norte de nuestro país han experimentado incremento desmesurado (a una tasa de dos dígitos) en materia de delitos, en entidades que son, además, clave para el establecimiento de inversiones extranjeras, en el marco del nearshoring.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía (SE) en 2023 se contabilizaron 378 anuncios de inversión por más de 110 mil mdd, en donde destacan, entre los estados considerados como más atractivos, Nuevo León, Tamaulipas y Chihuahua, por mencionar algunos. Sin embargo, estas tres entidades han presentado un incremento constante de delitos: en Nuevo León aumentó 2.8%; en Tamaulipas hasta 13.6% y en Chihuahua 1.3%, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Este incremento se debe en buena medida, a fenómenos bilaterales como el narcotráfico, el tráfico de armas, de personas y los robos en sus distintos alcances. Sin duda, esto representa un desafío para la relación México – Estados Unidos, ya que, con la seguridad, vienen asociadas otras dinámicas asociadas con la competitividad y, sobre todo, con garantizar la calidad de vida de las poblaciones fronterizas, que son quienes se suelen ver más afectados por la inseguridad.

Lo complejidad para la frontera México – Estados Unidos es que en él confluyen dos visiones: por un lado, en el tema de la seguridad, continúa siendo tratado como límite político y territorial, mientras que económicamente hablando, es una zona de dinámicas transfronterizas, binacionales e internacionales que superan por mucho, el simple concepto de frontera. Lo cierto es que ambas agendas actúan en una relación directamente proporcional: a mayor seguridad, mayor eficiencia en los procesos compartidos por ambos países.

La agenda de seguridad en la frontera es multidimensional, ya que incluye temas que van desde la seguridad pública local, transfronteriza y binacional, que demanda cooperación y trabajo coordinado para garantizar un espacio seguro para ambas poblaciones y los procesos inherentes a ellas.

Para poder atender cada nivel, se requiere de una visión de corresponsabilidad, a través de mecanismos y estrategias de cooperación y coordinación de los problemas compartidos, agrupados en grandes ejes: el primero de ellos, y más importante para garantizar la calidad de vida de las poblaciones fronterizas, consiste en mejorar la seguridad pública, para garantizar la protección de los ciudadanos de ambos lados del límite territorial.

En un segundo nivel, y en donde se conjuntan seguridad y desarrollo económico, el objetivo debe ser garantizar la seguridad de los flujos de personas y bienes entre ambos países, otorgando facilidades para el comercio y cruces seguros, considerando que se trata de la frontera más ágil del sistema internacional, en la que cada día, alrededor de mil millones de dólares en comercio, y un millón de personas cruzan por este espacio.

El tercer nivel, y más complicado de lograr, implica la generación de políticas compartidas y la inclusión de las comunidades fronterizas, considerando que el comercio transfronterizo contribuye enormemente a la vitalidad económica de ambos países. 

Partiendo de las ideas del acuerdo y la cooperación binacional, sin menoscabo de la soberanía, se propone el establecimiento de mecanismos de cooperación entre autoridades, en materia de seguridad, teniendo como base los siguientes parámetros:

 Ya se hacen inspecciones conjuntas en las aduanas fronterizas.

  • Se propondría una primera etapa para limpiar la franja fronteriza, en la que tanto autoridades de México como EUA tengan injerencia en ambos países.
  • Intercambio fluido y permanente de información.
  • Instalación de cámaras en los libramientos.
  • Determinación del espacio de acción en la frontera de ambas autoridades (se pudiera tomar como parámetro lo que establece Nadbank para el financiamiento de proyectos).
  • Uso de tecnología de última generación, para hacer más efectivas las tareas.

Finalmente, debemos tener claro que el tema de la seguridad en la frontera México- Estados Unidos es de carácter binacional y, por lo tanto, debe de ser solucionado con medidas que consideren a ambos lados de la frontera. Si se intenta resolver con soluciones unilaterales, el resultado va a ser solamente momentáneo, por lo que se requieren estrategias compartidas, acompañadas de una visión de mediano y largo plazo, que garanticen la calidad de vida de las poblaciones de ambos países, acompañadas de una frontera ágil, segura y competitiva que promueva el desarrollo.