Misael Soto Calderón
Como es bien sabido, México es un país importante en el desarrollo de los flujos migratorios internacionales. Su papel influye en gran medida debido a dos factores imperantes, por un lado, es un territorio expulsor —es decir, arroja una gran cantidad de connacionales al extranjero— por sus pocas oportunidades laborales, inseguridad, violencia, entre otros factores. Por otro lado, nuestro territorio sirve como puente —espacio de tránsito— para que los migrantes provenientes de Centroamérica, Suramérica e inclusive otros continentes puedan llegar a los Estados Unidos.
Este último papel que juega nuestro territorio en cuanto al tránsito de personas migrantes —cuyas causas son varias y no menos importantes—- las cuales huyen de sus países, pueblos y comunidades, ha puesto a México en una problemática con nuestro vecino del norte, Estados Unidos.
El alto volumen de los flujos migratorios —su masividad como menciona J. Durand (2009)— ha puesto a México en una encrucijada. Por un lado, México ha desarrollado su política migratoria en favor del respeto de los derechos humanos, por otro, las amenazas arancelarias por parte del país del norte, han ejercido una presión para que México contenga y administre de forma mas eficiente a la población migrante.
De esta forma, después de las amenazas del entonces Presidente Donald Trump, México optó por utilizar a la Guardia Nacional en las fronteras norte y sur, y a lo largo del territorio para contener —o como ellos dicen, “administrar”— los flujos migratorios. La militarización, especialmente en la frontera sur de México, es un parteaguas en la historia del espacio —aunque está ya se haya militarizado con anterioridad—- la región es ahora un centro de debate entre académicos y activistas. Algunos optan y aseguran que el espacio se ha vuelto un cuello de botella el cual hace ejercicio para controlar, contener y retornar los flujos migratorios indocumentados.
Con ello, se ha argumentado (González, 2020) que el desarrollo de los nuevos proyectos—tales como el tren maya, el tren transístmico y otros programas— han servido como nuevas fronteras. Sin embargo, cuesta trabajo creer que una línea de metales (vías de tren) y una serie de programas pueda fungir como una frontera, sobre todo cuando migrantes atraviesan la selva del Darién en Panamá, las violencias de Centroamérica, las selvas y desiertos de México y otros factores que vulneran su vida de manera constante durante su trayecto.
Por contrario, los proyectos planeados para el desarrollo y crecimiento económico de la región del sur y sureste del país, pueden ser una oportunidad para revertir las tendencias de los flujos migratorios, así mismo, puede representar una oportunidad para absorben a aquellos migrantes que busquen y vean como opción asentarse en tierras mexicanas.
El tiempo decidirá si los proyectos serán fructíferos, por tanto, es nuestro deber criticar las formas en la que la política migratoria mexicana se ha convertido, una política incapaz de responder a las causas de la migración y garantizar los derechos humanos.
México se ha convertido en el muro militarizado que en algún momento Donald Trump prometió construir en nuestro país (Soto, 2020).
Bibliografía.
- DURAND, Jorge, MASSEY, Douglas S, “Clandestinos Migración México-Estados Unidos en los albores del siglo XXI”, Ed. Porrúa y Universidad Autónoma de Zacatecas, México, 2009.
- GONZÁLEZ, Lilia, “Frontera sur del país, polo de atracción de inversiones: Concanaco”, El economista, México, 2020 a través de: https://www.eleconomista.com.mx/estados/Frontera-sur-del-pais-polo-de-atraccion-de-inversiones-Concanaco-20201222-0001.html el 1 de diciembre de 2023
- SOTO, Misael, “La construcción del muro prometido”, en Revista CUADERNOS DE COYUNTURA Territorios, Fronteras e (in) Movilidades Coordenadas de la región transfronteriza mesoamericana, AÑO 1. VOL. 1 FEBRERO 2020, Grupo de Estudios de Migración y Procesos Transfronterizos, EL COLEGIO DE LA FRONTERA SUR, Tapachula, Chiapas /Campeche, Campeche México, 2020, a través de: https://bit.ly/2QSHnzw