Arturo de las Fuentes

Seguridad en la Agenda Bilateral

Desde Las Fuentes

Arturo de las Fuentes

 

Uno de los temas sensibles y de mayor complejidad en la agenda bilateral lo constituye la seguridad; desde un punto de vista muy particular, este sector se consolida el eje rector de la agenda entre México y Estados Unidos, toda vez que el resto de los temas (migración, comercio, narcotráfico, etc.) encuentran, en algún momento, un punto de convergencia con la seguridad para minimizar o maximizar las problemáticas que involucran a ambas naciones.

 

Por sí misma, representa un debate sobre si debe ser atendida de manera unilateral desde la política interna de cada país, o a través de estrategias compartidas entre ambas naciones. Esto cobra mayor relevancia si consideramos que varias de las problemáticas que afectan la seguridad de ambas naciones, han crecido durante las últimas décadas, representando un fuerte reto que debe ser atendido de manera coordinada y con estrategias conjuntas. 

 

Se ha experimentado durante los últimos años, una creciente preocupación en Estados Unidos por el tráfico de drogas procedentes de México, y para nuestro país resulta de primordial interés el control del tráfico de armas que llegan al territorio a través de la frontera norte. De igual forma, para ambos gobiernos es de atención prioritaria la diversificación de las actividades de la delincuencia organizada trasnacional, por los impactos que socialmente generan estas actividades ilícitas. Los problemas son mutuos y comunes, pero la forma de abordarlos por los gobiernos se está realizando de forma diferenciada.

 

Muchas de las amenazas que enfrentamos hoy en día son multidimensionales y no pueden superarse por ninguno de los dos países por separado. Juntos, Estados Unidos y México deben intensificar sus esfuerzos para combatir el tráfico ilícito de drogas, en particular las drogas sintéticas como el fentanilo y sus precursores químicos; el tráfico de armas ilícitas; la trata de personas y el contrabando; y los grupos criminales transnacionales que amenazan la seguridad de las comunidades en ambos lados de nuestra frontera.

 

Instituciones estadounidenses como el Departamento de Justicia (DOJ) y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) han coordinado múltiples operaciones en materia de investigación y confiscación de tráfico de armas de fuego con vínculos a México. Entre estas operaciones destacan la Operación Southbound de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés) y la Operación Without a Trace del DHS. Como resultado de éstas, el número de investigaciones sobre el tráfico de armas de fuego hacia México ha aumentado 40%, y el número de armas de fuego incautadas en esas investigaciones ha aumentado 11%.

 

El Gobierno de México también ha ampliado sus esfuerzos para combatir el tráfico de armas ilegales, incautando, durante la presente administración, 44,771 armas de fuego, así como más de 18 millones de rondas de munición. Adicional, México ha fortalecido el programa de Canje de armas, en el cual las personas pueden intercambiar armas de fuego y municiones por dinero en efectivo

 

Aunque se han tenido avances significativos en ambos lados de la frontera, el reto en todas estas interacciones es reafirmar la cooperación entre las autoridades mexicanas y americanas, ya que, si se comparten problemas, las soluciones debería de adoptarse desde una perspectiva común y coordinada.

 

Sin duda, esto representa un desafío para la relación México – Estados Unidos, ya que, con la seguridad, vienen asociadas otras dinámicas asociadas con la competitividad y, sobre todo, con garantizar la calidad de vida de las poblaciones fronterizas, que son quienes se suelen ver más afectados por la inseguridad.

Por esta razón, se requiere garantizar en primera instancia la seguridad pública, así como la seguridad de los flujos de personas y bienes entre ambos países.

 

Si bien los esfuerzos se han institucionalizado con mecanismos de alto nivel como el Entendimiento Bicentenario para la Seguridad, Salud Pública y Comunidades Seguras de Estados Unidos y México, implementado en 2021, lo cierto es que se requiere la formulación de políticas compartidas y la inclusión de las comunidades fronterizas en los procesos bilaterales de seguridad, así como el establecimiento de mecanismos de cooperación entre autoridades, en materia de seguridad, tales como: la ampliación de las inspecciones conjuntas en todas las aduanas fronterizas, intercambio fluido y permanente de información, aplicación de los espacios de acción de las autoridades de ambos países, así como la incorporación del uso de tecnología de última generación, para hacer más efectivas las tareas.

 

Finalmente, debemos tener claro que el tema de la seguridad en la frontera México- Estados Unidos es de carácter binacional, y, por lo tanto, debe de ser solucionado con medidas de esta misma naturaleza. Si se intenta resolver de forma unilateral, el resultado será de alcances parciales, por lo que se requiere una visión de mediano y largo plazo que garanticen la calidad de vida de las poblaciones de ambos países, acompañadas de una frontera ágil, segura y competitiva que promueva el desarrollo compartido.

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