Desde Las Fuentes
Arturo de las Fuentes
Uno de los temas centrales de la agenda bilateral México – Estados Unidos es el comercio, sector que ha sido el eje fundamental del proceso de integración en América del Norte y que ha permitido que México y Estados Unidos desarrollen un proceso de interdependencia y de integración de cadenas productivas en sectores estratégicos para ambas economías.
En términos generales, el proceso de integración ha tenido resultados exitosos en cuando al intercambio comercial entre ambos países; durante los últimos años, producto de diversas circunstancias como la guerra comercial entre Estados Unidos y China, así como la pandemia por COVID-19, México se ha logrado consolidar en algunos años, como principal socio comercial de Estados Unidos.
En 2023, de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, el intercambio de compra-venta entre personas morales de México y Estados Unidos, alcanzó un total de $721,297.00 mdd, de los cuales, $467,896 mdd corresponden a ventas y $253, 401mdd corresponden a compras, dando un saldo positivo para las empresas mexicanas por $214,495 mdd. Esto refleja el nivel de integración de las cadenas productivas, que es en donde se centra la mayor parte de estas transacciones.
Vale la pena señalar que aunque hemos tenido una mayor integración comercial con Estados Unidos, e históricamente esto se ha traducido en una balanza comercial positiva para México, esto no ha contribuido al desarrollo económico de nuestro país, pues, como ha ocurrido desde el inicio del proceso de integración, las ventas de las personas morales de México hacia Estados Unidos están asociadas a una baja captura de valor agregado tanto en los procesos, como en los productos mismos, debido principalmente a la dependencia en un alto grado de los procesos de maquila y de diferentes programas de apoyo a la importación temporal, por lo que las exportaciones de manufacturas tienen un débil impacto sobre la demanda interna, la inversión fija y el PIB.
A lo anterior, se suma una mala tendencia justo en la Inversión Extranjera Directa, pues de acuerdo con datos de la misma Secretaría de Economía, en el primer semestre de 2024 la IED captada por estas seis entidades sumó $6,028 mdd, 37% menos a lo registrado en el mismo periodo en 2023. En términos de la frontera México – Estados Unidos, zona que tenía una prospección muy positiva en términos del nearshoring, la tendencia no ha sido como se esperaba.
Los únicos dos estados de la frontera que aumentaron su inversión extranjera fueron Baja California y Tamaulipas. El primero captó $1,809 mdd en el primer semestre de 2024, 18% más que lo del mismo periodo de 2023, cuando fueron $1,535 mdd. Mientras que Tamaulipas reportó una IED de $342 mdd entre enero y junio de 2024, un ligero incremento de 2.7%. De acuerdo con la Secretaria de Economía del estado, en términos del nearshoring, se han confirmado en la entidad 117 proyectos de nuevas inversiones y ampliaciones en empresas ya establecidas, los cuales representan $19,277 mdd y un potencial de generación de 27,000 empleos, en sectores como el automotriz, eléctrico-electrónico, químico-petroquímico, aeroespacial, logístico, médico, semiconductores y alimentos, con inversiones provenientes principalmente de Estados Unidos, Canadá, Japón, Francia y Alemania
El resto de los estados han tenido una tendencia a la baja en lo que va de este año, mientras que el dato curioso es que la inversión extranjera directa (IED) de China en México, dirigida a la industria manufacturera, se multiplicó más de cuatro veces entre 2006 y 2017, y entre 2018 y 2023, a lo cual se suma el hecho de que la IED, como parte del PIB, presentó en 2023 su peor nivel de los últimos 11 años, con una participación del 2 %.
Esto cobra mayor importancia si consideramos que toda inversión, sobre todo la IED, necesita un retorno que se mide en términos de riesgo, y el cual depende básicamente de la solidez institucional, la certidumbre jurídica y estado de derecho. Los mayores retos, en este sentido, se presentan en infraestructura, energía y certeza jurídica.
Ante la incertidumbre actual, la American Society anunció que se frenaron anuncios de inversión en México, abriendo la posibilidad de que dichas inversiones se muevan a Texas, que es el destino principal considerado, lo cual nos lleva a considerar que, en ausencia de políticas industriales activas, un posible incremento de la IED en los próximos seis años y una mayor presencia de México en el mercado de Estados Unidos no ejercerían, en realidad, una fuerte influencia en el desarrollo económico de nuestro país, sino que se limitaría a algunos efectos positivos en materia de empleo.
Finalmente, es momento de reconsiderar el valor de las oportunidades que se han presentado para muestro país en los últimos años y la forma en cómo se está haciendo frente a un escenario en el que se esperaba un mayor dinamismo con el nearshoring, y con el cual, desafortunadamente no se han tenido los efectos esperados.
El reto implica no sólo atraer nuevamente la IED, sino proporcionar las garantías para que las empresas se establezcan, así como la capacidad institucional para que nuestra economía deje de ser proveeduría de la cadena de valor, y realmente incorpore valor a los procesos, para que realmente tengamos un desarrollo compartido.