Arturo de las Fuentes

Seguridad y desarrollo fronterizo

 

 

Durante las últimas décadas, la relación entre México y Estados Unidos ha tenido dos grandes temas que han fungido como pilares de la agenda bilateral: seguridad y desarrollo económico. Una agenda cada vez más compleja y multidimensional, en la cual, estos dos grandes sectores se han consolidado como una rama medular para garantizar el desarrollo compartido de ambas naciones.

 

En el marco del TLCAN, ahora T-MEC, la frontera México – Estados Unidos se ha consolidado como una zona estratégica para garantizar la competitividad de la región, ya que por ella cruzan las mercancías, capitales y personas en el marco de un proceso de producción compartido regional. 

 

Lo complejidad para este espacio es que en él confluyen dos visiones: por un lado, en el tema de la seguridad, se le concibe como límite político y territorial, mientras que económicamente hablando, es una zona de dinámicas transfronterizas, binacionales e internacionales que superan por mucho, el simple concepto de división territorial. 

 

Debido a lo anterior, resulta prioritario identificar cómo se relacionan ambos conceptos y de qué manera, a través de acciones conjuntas, se garantiza el desarrollo binacional. Partamos de la idea que ambas agendas actúan de manera interrelacionada y directamente proporcional: a mayor seguridad, mayor eficiencia en los procesos compartidos por ambos países.

 

De acuerdo a Ole Wæver,  uno de los exponentes de finales del siglo XX del Instituto de Investigación para la Paz de Copenhague, la seguridad es el derecho que posee un estado o nación para utilizar los recursos necesarios para bloquear una amenaza específica.

 

La agenda de seguridad en la frontera es multidimensional, ya que incluye temas que van desde la seguridad pública local, transfronteriza y binacional, que demanda cooperación y trabajo coordinado para garantizar un espacio seguro para ambas poblaciones y los procesos inherentes a ellas.

 

Este trabajo coordinado, con enfoque de corresponsabilidad, demanda la generación de mecanismos y estrategias de cooperación y coordinación para la atención de los problemas compartidos, que garanticen por un lado la calidad de vida de las poblaciones fronterizas, y por otro, la seguridad de los flujos de personas y bienes entre ambos países.

 

Esto se logrará otorgando facilidades para el comercio y cruces seguros, considerando que se trata de la frontera más ágil del sistema internacional, en la que cada día cruzan alrededor de mil millones de dólares en comercio y un millón de personas.

 

Un último nivel, y el más complicado de lograr, implica la generación de políticas compartidas y la inclusión de las comunidades fronterizas, considerando que el comercio transfronterizo contribuye enormemente a la vitalidad económica de ambos países. Para ello, se requiere trabajar con el sector privado para estimular la inversión en las personas, tecnología e infraestructura que forman la visión de la frontera como un espacio eficiente y seguro.

 

Ambas naciones requieren cambios en las políticas para lograr procesos ágiles entre las agencias de cada país, al igual que un medio que permita la facilidad en la coordinación bilateral a través de instituciones binacionales que garanticen esa visión de corresponsabilidad, pero sobre todo de trabajo colaborativo para asegurar el desarrollo compartido. 

 

Por ello, es fundamental considerar en todo momento que el propósito de la planeación es la previsión, en donde cada acción realizada se cumpla en tiempo y forma y que se obtenga el resultado previsto; el contexto de seguridad es el que garantiza que los planes se puedan llevar a cabo y se logre el desarrollo compartido.

 

Finalmente, se debe recordar que la seguridad y la competitividad van de la mano, de la misma forma que el crecimiento económico de la zona de la frontera México- Estados Unidos.  Si queremos ser competitivos, se debe de plantear una estrategia integral y focalizada de seguridad, considerando la parte binacional, la coordinación interinstitucional y la participación de los tres niveles de gobierno. 

 

Hoy más que nunca, debemos considerar estos elementos como la parte fundamental del funcionamiento fronterizo, para finalmente alcanzar un equilibrio entre las políticas de seguridad y a la vez mantener una agilidad de los cruces fronterizos entre México y Estados Unidos, propuesta que ha sido una de las prioridades de la política de seguridad fronteriza de este siglo XXI.

 

Hombres del Poder

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