Cruces ganaderos fronterizos

Desde las Fuentes

Arturo de las Fuentes

 

La frontera México – Estados Unidos se distingue por ser uno de los espacios más dinámicos a nivel internacional en el cruce de mercancías, capitales y personas; cerca del 80% del comercio entre ambos países se realiza vía terrestre por alguno de los 58 cruces y puentes internacionales que están activos a lo largo de los más de 3 mil kilómetros que compone el límite territorial.

 

En distintas entregas se ha hablado de la diversidad de la frontera y la importancia de considerar las características de cada zona a la hora de instrumentar un proyecto de infraestructura binacional; esta entrega está dedicada a una actividad muy singular y propia de un espacio muy específico (aunque no el único): se trata de los cruces ganaderos fronterizos, por los cuales, se desarrollan dinámicas muy particulares entre ambos lados de la línea.

 

Comencemos estableciendo un mapa de la región, para lo cual, hay que mencionar que tres estados de la zona norte de nuestro país lideran la actividad económica de la ganadería para exportación: Chihuahua, Sonora y Durango, siendo el primero, el líder del intercambio económico con Estados Unidos en este sector. Para el periodo de 2020-2021 el estado de Chihuahua exportó 567 mil 603 cabezas de ganado bovino en pie a Estados Unidos, seguido de Sonora con 329 mil 555 y Durango con 161 mil 914, tendencia que se ha venido replicando a lo largo del año que acabamos de concluir.

 

En razón de lo anterior, los estados de Chihuahua y Nuevo México mantienen una dinámica de intercambio constante de ganado en donde destacan los cruces de Santa Teresa, Columbus y Antílope Wells, por los cuales, cruzan en buena medida, estas exportaciones e importaciones entre ambos países. De acuerdo con la New Mexico Border Authority, casi una tercera parte de todo el ganado importado cada año de México son procesados en los cruces fronterizos de Nuevo México; la mayor parte del ganado se envía, a través de estos tres cruces hacia los Estados Unidos, con la finalidad de engordarlos en los estados de Texas, Nuevo México, Arizona y el Oeste Medio.

 

Consideremos que, tan sólo en Chihuahua, existe más de 51 asociaciones ganaderas locales, con más de 7500 miembros socios, que se reúnen bajo la Unión Ganadera de Chihuahua, la cual, a su vez, es miembro de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas. Esta unión opera en ambos lados de las instalaciones de Santa Teresa/Jerónimo, así como en las instalaciones mexicanas en Columbus/Palomas. La unión es una cooperativa compuesta de productores de ganado de todo Chihuahua y es reconocida en todo México por sus iniciativas progresivas de mercadeo y proceso.

 

Por su parte, Nuevo México alberga las instalaciones más grandes y más eficientes para la importación y exportación de ganado en la frontera mexicana, en las cuales, el ganado es encorralado y procesado en la frontera, después se envían caminando a los Estados Unidos, ahorrando tiempo y costos de transportación mientras que minimizan pérdida de peso.

 

Las instalaciones para ganado de Santa Teresa/Jerónimo, que iniciaron sus actividades en 1991, son las más modernas en la frontera de Estados Unidos/México con una capacidad para procesar 5,000 cabezas de ganado por día. En el Puerto de entrada Columbus/Palomas, más pequeñas instalaciones abastecen al productor de ganado del noroeste de México.

Vale la pena señalar que el proceso importación y exportación ganadera involucra diferentes agencias de inspección mexicanas y americanas, incluyendo: el Servicio de Aduana y Protección de Fronteras, la Aduana México, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (U.S. Department of Agriculture), la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (U.S. Food and Drug Administration), la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), así como el Departamento de Ganadería de Nuevo México (New Mexico Livestock Board)

Finalmente, esta actividad económica se ha consolidado como un ícono de la región, permitiendo no sólo el crecimiento económico de la zona, sino su posicionamiento como un espacio moderno y especializado que atiende un sector fundamental para las economía de ambos países. Con ello, queda demostrado que, si bien la frontera México – Estados Unidos es una de las zonas más dinámicas a nivel mundial, es necesario conocer cada punto para instrumentar proyectos de infraestructura binacional que realmente permitan garantizar la calidad de vida de las poblaciones fronterizas con base en sus características y necesidades.