En medio de una política comercial estadounidense caracterizada por la protección de las industrias nacionales, la imposición de barreras arancelarias y no arancelarias, así como la búsqueda de negociación de los acuerdos comerciales, el intercambio entre México – Estados Unidos abre paso a la reflexión sobre una comprensión de las dinámicas económicas entre ambos países, que reflejan una realidad de complementariedad y búsqueda de espacios de incremento potencial.
Contrario a lo que se consideraría a partir de las políticas estadounidenses, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha dado a conocer en esta semana que las exportaciones mexicanas han alcanzado, en junio pasado, un total de $54,002 millones de dólares, lo cual, representa un incremento de poco más del 10% en comparación con el mismo periodo del año anterior.
Las exportaciones incluyeron bienes manufacturados (90.5%); agropecuarios (3.9%), productos petroleros (3.6%) y productos extractivos no petroleros (2%). Como se puede observar, la mayor parte de las exportaciones se concentraron en las clasificadas como No Petroleras, las cuales incluyen maquinaria y equipo especial para industrias diversas; equipo profesional y científico; equipos de minerometalurgia; aparatos eléctricos y electrónicos; y finalmente, productos automotrices. Todo esto se refleja en un superávit de $1,433 mdd para México, en la balanza comercial con Estados Unidos de los primeros seis meses de 2025.
Por otra parte, de acuerdo con la Secretaría de Economía, al primer trimestre de 2025, la captación de Inversión Extranjera Directa (IED) en México ascendió a $21,373 mdd, lo cual representó un incremento del 5.4% respecto al primer trimestre de 2024, presentando un nuevo máximo histórico en el periodo desde que se tiene registro.
Estados Unidos se mantiene como el principal socio inversionista en México, concentrando el 38.7% de los flujos totales. En cuanto a sectores, 43.2% de la IED registrada se concentró en el sector manufacturero, donde destacan las industrias de equipo de transporte, bebidas y tabaco, química, equipo de cómputo e industria alimentaria.
Las entidades fronterizas continúan siendo de las principales receptoras de IED, las cuales han mostrado un incremento constante en su actividad económica, lideradas por Nuevo León y Baja California durante este primer trimestre.
Esto muestra que, más allá de las políticas comerciales, económicas y fiscales estadounidenses, las dinámicas interregionales han logrado una complementariedad que se traduce en cadenas de producción conjuntas al amparo del proceso de integración de la región.
Uno de los retos más importantes que se enfrenta, derivados del incremento en la actividad económica en la zona fronteriza, es que la infraestructura fronteriza existente es insuficiente para la dinámica regional que, además sigue mostrando una tendencia de crecimiento constante.
Este tema ha dejado de ser un proyecto a futuro para convertirse en una necesidad de primer orden, si consideramos que los cruces y puentes internacionales comienzan a presentar problemas de saturación cada vez más frecuentemente, lo cual implica largas filas y tiempos de espera que llegan a rondar hasta las 6 u 8 horas en los cruces más transitados.
Aunado a lo anterior, la situación se acompaña de una serie de problemáticas relacionadas con el desarrollo urbano y el ordenamiento territorial de la zona, que demandan la necesidad de cerrar vialidades, modernizar las ya existentes y construir todos aquellos accesos para desahogar, en la medida de los posible, el tráfico que se hace en la zona, producto del flujo de automóviles, camiones y peatones.
Finalmente, si algo debemos tener claro es que la base del desarrollo binacional descansará en buena medida en la creación y modernización de la infraestructura binacional que permita agilizar los flujos, a la vez que contemple el desarrollo del espacio binacional. Será imprescindible hacer más eficiente y seguro el cruce de personas, mercancías y capitales en la zona de libre comercio más dinámica del mundo, garantizando con ello, una mayor competitividad regional, a la vez que se consolide el desarrollo urbano y un ordenamiento territorial binacional con seguridad vial.