Nearshoring y mentefactura fronteriza

Desde las Fuentes

Arturo de las Fuentes

 

Sin duda alguna, la pandemia trajo consigo cambios estructurales en el sistema internacional, y uno de los sectores con mayor impacto fue la economía debido al grado de interdependencia existente entre los actores, que durante las últimas décadas han incrementado las cadenas de producción compartidas.

 

Esta interdependencia y la búsqueda de mayores beneficios con menores costos llevaron a la adopción de una nueva estrategia de producción: el offshoring, a través del cual se buscó reducir los costos a través de alianzas con proveedores en otros destinos, por lo general, en Asia, y más específicamente en China. Durante las primeras dos décadas de este siglo XXI, las economías se beneficiaron de cadenas de producción compartidas con costos cada vez más bajos y márgenes de ganancias mayores, dando paso a la etapa de la competitividad económica internacional. 

 

Sin embargo, con la pandemia por COVID-19, todos estos procesos de producción compartidos se vieron afectados debido, en gran medida a la interrupción de las operaciones en el país asiático, demostrando la vulnerabilidad y la incertidumbre inherentes al offshoring, sobre todo cuando hay exclusividad en los proveedores o estos se encuentran en el mismo país.

 

La experiencia de la pandemia y la resiliencias organizacional  de las empresas multi, inter y transnacionales han abierto paso a nuevos procesos que buscan subsanar los riesgos propios del offshoring, dando lugar a nuevos esquemas de producción a través del denominado nearshoring, el cual, hace referencia la externalización por la que una empresa transfiere parte de su producción a terceros que, a pesar de ubicarse en otros países, están localizados en destinos cercanos y con una zona horaria semejante.

 

Este fenómeno, resulta particularmente interesante para nuestro país, si consideramos que Estados Unidos es el mayor importador mundial, lo que nos ubica como un destino por excelencia, para los inversionistas interesados en el nearshoring. Si bien es cierto que China ha sido un fuerte socio comercial de Estados Unidos durante las últimas décadas, también es cierto que durante los últimos años la competencia entre ambas naciones ha crecido, llevando a un distanciamiento de sus relaciones económicas.

 

Ante esta situación, México ha ido ganando terreno poco a poco: durante la pandemia se consolidó como el primer socio comercial de Estados Unidos, y hoy nos encontramos con un escenario totalmente favorable para que más empresas norteamericanas adopten el nearshoring y se concentren en nuestro país.

 

El marco de integración económica que nos proporciona el T-MEC, aunado a otros factores como la proximidad entre las dos naciones, la seguridad de las cadenas de suministro y transportes, así como el buen desempeño de la industria manufacturera en nuestro país, son otros aspectos que hacen de la frontera norte, uno de los destinos más competitivos para el nearshoring.

 

Aunado a ello, la zona norte de México cuenta con una ventaja competitiva sobre otros espacios a nivel nacional y regional: mano de obra calificada que ha llevado a la especialización de los procesos de producción, pasando de la manufactura a la mentefactura, caracterizada por procesos especializados con mano de obra que les da valor agregado a los procesos de producción.

 

Finalmente, este escenario representa una gran área de oportunidad para la frontera México – Estados Unidos, no sólo para consolidar las cadenas de producción compartidas entre ambas naciones, sino para fortalecer los lazos de integración que promuevan la competitividad de la región y garanticen el desarrollo compartido de las economías, que beneficien a las poblaciones de ambas naciones.