Sin duda alguna, la relación bilateral México – Estados Unidos se ha consolidado como uno de los focos de atención de la agenda del nuevo gobierno estadounidense; las órdenes ejecutivas, acompañadas de medidas y estrategias operativas (anunciadas, ejecutadas y/o prometidas) han generado incertidumbre en torno al proceso de integración de la región, así como a nivel internacional en donde se ha mostrado un endurecimiento de la política exterior, y la completa priorización de la seguridad en torno a las fronteras estadounidenses.
Lo que más llamó la atención fue el anuncio de imposición de aranceles a México y Canadá, como una medida unilateral del gobierno norteamericano, misma que fue suspendida temporalmente a partir de una “negociación” que se tuvo con ambos países, en las que se reforzaron medidas de seguridad y control fronterizo.
Todo esto conlleva la necesidad de diferenciar por un lado, lo que constituyen medidas unilaterales y lo que realmente es un proceso de negociación en el que se involucra a las partes en la búsqueda de soluciones para problemáticas compartidas. Hasta el momento, lo que hemos visto es una serie de medidas unilaterales anunciadas y en proceso de instrumentación (aranceles y deportaciones) que no han tomado en consideración a los vecinos geográficos de este país.
Sin dejar de lado que la negociación es un medio para para facilitar las relaciones basadas en el diálogo y los acuerdos a través de discusiones razonadas y entendimiento común, podemos decir que, si habláramos en términos de negociación la comunicación que se ha tenido con ambos países, estaríamos hablando en realidad de una negociación de corte distributivo, con metas e intereses que parecieran ser excluyentes, y que están compitiendo la una con la otra.
Las órdenes adoptadas hasta el momento lo dejan claro: en materia migratoria (con un enfoque de criminalidad) Estados Unidos está buscando reactivar el Programa Quédate en México, el cual no contempla que el 70% de los trabajadores agrícolas en Estados Unidos son de origen extranjero, y más de tres cuartas partes de ese porcentaje son de origen hispano. El impacto de esto no sólo será para la economía estadounidense, sino para la frontera norte de México, en donde se espera una crisis en esta materia, ya que si bien se buscará una reducción del flujo de migrantes de Centroamérica hacia México, incrementará el número de migrantes que estaban en Estados Unidos y que se quedarán en la región norte del país en espera de un cambio de política o del acceso indocumentado al país.
Esta misma situación se replicará en sectores como la construcción, en donde la mayor parte de los trabajadores son migrantes de origen hispano. Esto impactará directamente en necesidades internas del país norteamericano, como la necesidad de reconstrucción de toda la zona afectada por los incendios en California.
Para estas materias, en vez de hablar de deportaciones masivas de corte unilateral, se esperaría la reestructuración y puesta en marcha de programas como el de los Trabajadores Temporales Agrícolas H-2. Eso permitiría atender las necesidades de Estados Unidos y reestructurar el enfoque de la migración en materia regional.
En términos económicos, el principal problema de las medidas unilaterales no sólo radicará en el arancel como tal, que traerá efectos económicos para toda la región, sino que se acompaña de otro tema que afectará, sobre todo, a la zona fronteriza del país, que es el tema de la relocalización de las inversiones, toda vez que el panorama que priva es de total incertidumbre por un lado, por el tema arancelario, pero por el otro, el tema de la política fiscal interna de los Estados Unidos.
Esto nos lleva invariablemente, al sector en el que se centrará la total atención de la agenda: la seguridad y el control fronterizo, que además se acompañará de altos costos y reducción de flujos. El envío de los diez mil agentes de la guardia nacional, junto los efectivos estadounidenses que hay se han desplegado, generarán un gasto para ambos países que difícilmente se podrá compensar si no se promueven los flujos económicos que reactiven las economías de la región.
Finalmente, queda claro que a nivel de negociación no se están tomando en consideración todos los elementos ni para generar acuerdos, ni tampoco para atender las problemáticas compartidas. De lado americano invariablemente se tendrán efectos en su economía interna, pero sin duda alguna, el espacio con mayor impacto será la frontera, por lo que es momento de plantear estrategias para atender este espacio estratégico, garantizando la seguridad, pero sin sacrificar la competitividad.