Iniciamos 2025 con un panorama complejo y desafiante a nivel internacional, regional y nacional. Importantes cambios se vislumbran en la agenda que deben ser analizados para poder desarrollar estrategias y proyectos que atiendan las necesidades y promuevan el desarrollo para nuestro país.
A nivel internacional, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) prevé para este año una escalada de las guerras comerciales, tensiones geopolíticas y cambios de políticas regionales, a los cuales, se deben sumar los conflictos armados y sociales que se están desarrollando en distintas zonas del sistema internacional, con lo cual, aunque se prevé un comercio mundial de cerca de 33 billones de dólares, que si bien se estima un incremento de 1 billón de dólares, se tiene la incertidumbre de los efectos que todos estos elementos puedan tener para propiciar una desaceleración económica.
A nivel regional, América del Norte enfrenta el primer reto en la nueva era de la integración: la evaluación del T-MEC, establecido en la cláusula sunset, la cual ofrece oportunidades y también riesgos, especialmente en materia de energía, de reforma judicial y de la implementación del resto de las reformas constitucionales. Asímismo, no debemos olvidar que, en el marco del tratado, se han activado los mecanismos de solución de controversias en distintas materias, algunas de las cuales aun se encuentran pendientes de resolución en los sectores automotriz, energético, de biotecnología agrícola, lácteos y el de producción de paneles solares.
Todos los temas anteriores representan por sí mismos retos fundamentales para la integración, a los cuales se debe sumar un tema político trascendental: los cambios de gobierno en los tres países. En México, apenas se está estructurando la administración que inició funciones en octubre del año pasado, mientras que en Estados Unidos está próxima la toma de posesión del nuevo Ejecutivo, programada para el próximo 20 de enero. Por su parte, y de forma sorpresiva, la dimisión del Primer Ministro en Canadá implicará una redefinición política del país. El panorama político en las tres naciones divisa un año complejo, en donde, por un lado, se deberán formular los proyectos de gobierno, y por otro se debe evaluar el proceso de integración en la región.
En lo que respecta a nuestro país, uno de los grandes retos está en materia económica, en donde la mayor parte de los organismos regionales e internacionales en la materia prevén un bajo crecimiento, que llevaría incluso a una desaceleración económica. La CEPAL y la OCDE coinciden en la estimación de crecimiento del PIB apenas del 1.2% en términos reales, debido principalmente a la desaceleración económica en Estados Unidos y a la incertidumbre de la llegada de inversiones y del entorno internacional, particularmente en la parte comercial, en donde, desde el año anterior, se observó una tendencia, por parte de inversionistas nacionales y extranjeros, para adoptar posturas más cautelosas en el marco del nearshoring.
En razón de lo anterior, conviene cerrar estas reflexiones en torno al panorama de la relación bilateral con Estados Unidos, toda vez que, mientras el panorama de nuestro país se ha centrado en la integración comercial, el presidente electo estadounidense ha definido los temas que serán cruciales para la relación entre ambos países: migración, tráfico de drogas y la relación comercial de México con China, mostrando la divergencia de objetivos e intereses y, con lo cual, se abre la posibilidad de acciones unilaterales contra los cárteles mexicanos y la aplicación de aranceles a las exportaciones mexicanas condicionado al tema de la cooperación en materia de seguridad.
Finalmente, vale la pena señalar que la frontera entre ambos países continuará siendo un espacio estratégico de la relación bilateral. Como se ha sostenido en diversas entregas, esta zona alberga lo mejor y lo peor de ambas naciones, por lo que se deberá prestar especial atención y priorizar los proyectos en la zona, para construir un espacio ágil, seguro y competitivo, en donde, si bien existe una posibilidad de mayor control fronterizo, esto no impacte en el funcionamiento comercial y la dinámica transfronteriza propia de la relación entre las poblaciones de ambos países.