Desde Las Fuentes
Arturo de las Fuentes
A lo largo de las últimas décadas, México se ha distinguido en el sistema internacional por ser un constante receptor de remesas, concepto que refiere al envío de dinero de aquellas personas que radican en otra nación, a su país de origen (Condusef). Tan solo a inicios de este año, el Banco Mundial dio a conocer que, durante 2023 México recibió 7.1% del flujo de remesas a nivel mundial, lo que le colocó en el según lugar, tan solo detrás de India, en relación con el volumen de remesas recibidas.
Para países como el nuestro, las remesas representan un importante componente económico, cerca del 4% del PIB, toda vez que incorporan un flujo creciente de dinero del exterior que ayuda a estabilizar macroeconómicamente a la economía nacional, apoyando el crecimiento económico en las regiones con mayor recepción y aumentando el bienestar de los cerca de 1.8 millones de hogares receptores de las mismas.
A pesar lo anterior, este 2024 México ha enfrentado el reto de que, por primera vez desde que inició la década, se está presentando una disminución de los ingresos en esta materia, después de cuarenta y seis meses de crecimiento anual sostenido, desde abril de 2020, en el inicio de la primera ola de la pandemia en México.
Tan solo unos días atrás, el Banco de México informó que, en marzo de este año, los ingresos por remesas provenientes del exterior se situaron en 5 mil 21 millones de dólares, cifra que representó un retroceso de 3.3% respecto del periodo anterior.
¿A que se asocia esta disminución de las remesas en México? Principalmente, y de acuerdo con el Banco de México, el debilitamiento del flujo de remesas se relaciona con una posible desaceleración económica de Estados Unidos y en particular con el deterioro de las condiciones laborales en ese país, ya que se ha observado que la demanda de trabajadores en esa economía se está moderando, toda vez que la taza de empleo no agrícola se ha debilitado más de lo esperado en abril, junto con una tasa de desempleo más alta.
Al respecto, vale la pena señalar que México no fue el único país en la región de América Latina que registró un resultado negativo en los ingresos por remesas; se suman también El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana y Colombia, quienes reportaron disminución en la misma materia.
Los efectos de la posible desaceleración económica estadounidense no terminan allí; otro sector que también se ha comenzado a ver afectado es el comercio exterior, en donde las exportaciones mexicanas registraron los primeros descensos. De acuerdo con la Oficina del Censo de Estados Unidos, para marzo de este año, la exportación de productos mexicanos hacia nuestro vecino del norte sumó 41 mil 563 millones de dólares, cifra que representa una contracción de 2.9%, la primera caída en 11 meses.
A pesar de lo anterior, México se mantiene como el principal proveedor de mercancías para el mercado estadounidense y también como el primer socio comercial de EU, por arriba de Canadá y China.
Finalmente, estos indicios marcan los retos que acompañarán la economía regional de los próximos meses, ante lo cual, es necesario que las naciones establezcan medidas regionales, así como de carácter interno, para hacer frente a la desaceleración en los distintos sectores, garantizando de esta manera la calidad de vida de sus poblaciones, así como los procesos inherentes a la integración regional.